Cómo la Belleza de la Creación Clama por la Esperanza Redentora de Dios

Cuando nos mudamos a Landenberg, no tenía idea de cuán a menudo mis días serían interrumpidos por la belleza de la creación. El primer otoño que vivimos aquí, tomaba mi cámara y corría al campo trasero para tomar fotos de ciervos, una garza blanca o bandadas de gansos despegando de nuestro estanque. Una tarde, una vaca en la granja vecina dio a luz al ternero blanco más esponjoso que uno pueda imaginar. La pureza absoluta de su pelaje blanco era simplemente deslumbrante.

Desde entonces, han sido incontables las veces que he salido corriendo para tomar fotos de arcoíris, atardeceres, tortugas o hielo brillando en nuestro abedul. Un día, un cisne llegó a nuestro estanque congelado. Después de una hora intentando tomar buenas fotos, tuve que detenerme y continuar con mi día.

No tengo ninguna habilidad especial para la fotografía. Sin embargo, cuando la creación me llama, trato de capturar lo que a menudo siento que son momentos de perfección enviados desde el cielo. Estos susurros del cielo suceden en todas partes. Al crecer en New Hampshire, siempre disfrutamos del espectáculo más espectacular de colores otoñales. Pero una vez, caminando por Pittsburgh, encontré una única y hermosa hoja roja sobre la acera gris. El contraste era impactante, y parecía decir: "Mírame". Es asombroso cómo una sola hoja puede comunicarme tanta alegría.

Los arcoíris ocurren con bastante frecuencia sobre nuestro vecindario, usualmente después de una lluvia intensa. Me encanta el resplandor inusual del sol sobre el prado y la atmósfera cargada en el aire. Siempre hay algo sobrecogedor en un arcoíris: su poderosa exhibición de luz y color, su inmensidad y su promesa de esperanza.

Ojalá tuviera la habilidad de capturar las gloriosas telarañas que adornan mi terraza todo el verano. Algunas mañanas, la niebla crea hilos de cuentas a lo largo de cada red. Parece como si un equipo de arañas hubiera decorado para una fiesta. Me asombra la complejidad diseñada en cada telaraña.

También me fascinan las nubes. Pueden parecer copos soñadores en un vasto cielo azul, danzando lentamente ante mis ojos. Muchas están teñidas de color y dramatismo, y pasan a toda prisa. Otras llegan con truenos y relámpagos antes de soltar un aguacero sobre la tierra.

Y debo mencionar las gotas de lluvia sobre las rosas, con un guiño a Oscar Hammerstein. Al visitar un jardín de rosas después de una lluvia, mi hija capturó unas hermosas fotos de pétalos delicados salpicados con gotas de agua. Desde entonces, a menudo he hecho tarjetas con sus fotos y he intentado replicar su éxito con fotos de mi propio rosal. Los pétalos y las gotas de lluvia tienen cada uno una belleza exquisita y una fragilidad. Juntos despiertan en mí emociones de ternura y comprensión.

Cada uno de estos deleites me recuerda el Salmo 19, en el cual se nos dice que la voz de la creación proclama las glorias de Dios. Veo estas maravillas como perfecciones momentáneas en medio de un mundo quebrantado. Porque los terneros esponjosos enfrentan moscas molestas, las hojas se marchitan, los arcoíris se desvanecen, las telarañas se rompen, las nubes se alejan y las rosas pierden sus pétalos y se vuelven marrones.

Considerar las maravillas de la creación puede enseñarnos sobre el quebrantamiento de todas las personas. Ya sea una lucha contra el pecado, un cuerpo que falla o relaciones difíciles, todos sufrimos. Los versículos finales del Salmo 91 ofrecen esperanza, señalándonos a Dios nuestro Redentor, el único que puede reparar completamente nuestro quebranto.

La narrativa de la Biblia está llena de historias de redención y restauración. Israel fue redimido de la esclavitud en Egipto y del cautiverio en Babilonia. La vida de Job le fue restaurada después de perder a sus hijos y todas sus posesiones. José fue vendido como esclavo, luego encarcelado, pero finalmente elevado al segundo lugar en el reino. Se nos promete en el Salmo 103 que Dios redime nuestra vida del hoyo. Eso puede significar problemas externos, pero también, probablemente, problemas dentro de nuestras almas.

Me doy cuenta de que la obra que Dios está haciendo cada día para traer redención y restauración a este mundo, y particularmente a cada una de nuestras vidas, es la mayor esperanza que podemos experimentar.

Me alegra que la creación me llame a reconocer las glorias de Dios. Pero me maravilla saber que Dios está tomando lo imperfecto y quebrantado en mí y en este mundo, y está trabajando para redimirlo y restaurarlo. Quizás esta sea la mayor maravilla: que para aquellos que lo buscan, Él nos ama lo suficiente como para ser nuestro Redentor.

 

ACERCA DE NUESTRA BLOGUERA:

Linnea Tideman siempre ha disfrutado compartiendo historias. Su infancia en New Hampshire y su herencia sueca le han proporcionado una gran cantidad de experiencias, pero también la base de su fe. Le gustan los proyectos creativos, los viajes, los libros, la costura, la jardinería, pero sobre todo la hospitalidad, a menudo organiza elegantes tés y ocasionalmente algo grandioso como recrear la cena en el Titanic. Sirve en los ministerios de UrbanPromise y Good Neighbors. Linnea vive en Landenberg con su esposo Dave. Tienen tres hijas mayores. Ella espera que sus escritos reflejen cómo Dios continúa revelándose a nosotros como nuestro pastor y Salvador.

ACERCA DE NUESTRA TRADUCTORA:

Liliana Daza es la hermana mayor de 4 hijas de una familia colombiana muy conservadora. Oriundos de un pequeño pueblo ubicado en el Oriente de Colombia en frontera con Venezuela donde creció y pasó su niñez. Luego se mudó a la capital para terminar sus estudios superiores en el área de tecnología. En el año 2011 se trasladó a los Estados Unidos junto con su familia debido a una oportunidad laboral. Desde temprano, Liliana ha sentido un llamado para servir y apoyar a la comunidad, por lo que aprovecha cada oportunidad que Dios pone en su camino para este propósito. Liliana disfruta de un buen café negro, viajar, comer buena comida, especialmente cuando viaja. Liliana hace parte de la Iglesia Willowdale en español casi desde sus inicios.