Comunidad

Mientras escribo mi primer blog de Willowdale, me pregunto cómo voy a terminar.  Es decir, hace sólo tres años, si simplemente me hubieran invitado a ir a la iglesia, me habría reído secretamente.  Lo sé, porque hace tres años, fui invitada a la iglesia, por alguien que apenas conocía. Y me reí. En mi mente, pero aún así seguí.  

Una mujer muy especial fue enviada por Dios para ponerme precisamente esa idea en mi mente: de intentar ir a la iglesia.  Ella no lo sabía en ese momento, pero si hubiera esperado un día más, yo no habría estado allí, ni aquí.  Mi vida no sólo cambió en ese momento en que fui invitada, sino que fui salvada. Literalmente, ya que después de años de lucha, me había dado por vencida y estaba dispuesta a que mi vida terminara. 

Pero Dios me tendió la mano y me sostuvo.  Trajo a esta mujer valiente y genuina a mi vida en el momento preciso.  Y fui a la iglesia. Y seguí yendo a la iglesia. Y seguí viviendo. Y ahora escribo.  Empecé a asistir a Willowdale hace tres años, comencé el estudio bíblico de mujeres hace dos, y realmente me convertí en creyente hace un año y medio.  Todavía me siento como una persona nueva. 

Pero en serio, ¿quién hace eso: invitar a una desconocida a la iglesia? Todas deberíamos hacerlo.

Recientemente, los domingos hemos estado hablando del discipulado. Como cristianos debemos amar a los demás y difundir la palabra de Dios.  Pero, ¿lo haces? Seré sincera y diré que lo intento. Pero también puedo decir que hay muy pocas personas a las que invitaría o con las que hablaría de religión.  

Efesios 4:16 dice: "Cristo es quién va uniendo a cada miembro de la igkesia,según sus funciones y quien hace que cada uno trabaje en armonia, para que la iglesia vaya creciendo y cobrando más fuerza por causa del amor."

Este versículo me impactó.  Pienso en mi nueva amiga que me invitó, mi nueva amiga que se presentó a mí mi primer domingo, mis ahora amigas que he conocido a través del estudio de la Biblia, MOPS, y los domingos.  Qué comunidad de apoyo y amor hay en Willowdale. Con la ayuda de todo este cuerpo, fui edificada, crecida y amada para convertirme en mi yo actual, fiel y en paz, que espera a su vez ser igual de amorosa y solidaria con los demás.

Soy nueva, pero estoy aquí. ¿Por qué? Porque ese es nuestro trabajo como cristianos.  Correr la voz. Compartir nuestras historias. Ayudarnos mutuamente a crecer. Puede que yo sea nueva, pero imagino que algunas de ustedes también.  Así que emprendamos juntas este viaje. Porque Dios me eligió a mí (y a ti). A través de muchas mujeres, me mantuvo aquí en la tierra.  Así que ahora, caminemos juntas. Vamos a dar el siguiente paso. Compartamos nuestras historias. Corramos la voz. Invitemos a alguien a la iglesia.  ¿Quieres unirte a mí?