Gracia, Compromiso

Pienso que todos tenemos temor a ser juzgadas, y especialmente cuando compartimos nuestra fe, tememos a no encontrar respuestas a las preguntas que nos puedan hacer y a perder amistades. Entonces, ¿cómo vencer ese miedo y compartir la Palabra?  ¿Cómo podemos llevar a otras a Cristo?

Quiero compartir mi respuesta a esta pregunta a través de mi propio camino en la fe.  En mi último blog, escribí sobre el poder de una invitación y lo que me trajo a Willowdale.  Otra invitación me llevó al estudio de la Biblia. Esas invitaciones me llevaron a la iglesia, pero eso no fue lo que me mantuvo aquí.

Cuando entré a la iglesia sola y asustada, me dieron la bienvenida. Cuando entré en mi primer grupo de estudio de la Biblia, me abrazaron con los brazos abiertos, me amaron y me cuidaron. Vi alegría. Vi amor. Vi esperanza. Y lo que necesitaba en ese momento oscuro de mi vida era sentir más de eso.  Por eso seguí adelante.  Leía los pasajes, respondía a las preguntas y participaba en el grupo cada semana porque un grupo de mujeres me colmaba de amor y aceptación.  ¿Qué hacía que estas mujeres fueran tan accesibles y amistosas? ¿Qué las hacía brillar?

Dios.  La fe.  Su amor excepcional.

Una de las cosas más asombrosas de formar parte de ese grupo fue que esas mujeres se preguntaban cómo ayudar a otras a encontrar la fe. Yo sonreía ante sus preguntas y preocupaciones. Quería que una de esas cursis flechas grandes y coloridas con lámparas brillantes apuntando directamente hacia mí, porque la razón por la que pude abrir mis brazos a Jesús fue porque ellas me abrieron los suyos. Era ESTA comunidad. Estaban respondiendo a su propia pregunta de cómo ayudar a otras a encontrar la fe. 

Romanos 13:8 nos recuerda que así es como debemos esforzarnos por ser: "Que no quede ninguna deuda pendiente, excepto la deuda continua de amarnos los unos a los otros, porque quien ama a los demás ha cumplido la ley".  Cuando abres tu corazón a Dios, se nota. El amor con el que Él nos abraza brilla a través de los demás. 

Entonces, ¿cómo puedo ayudar a compartir la Palabra de Dios y llevar a otras a Él?  Simplemente. Sé tu. Ser. Tu amor, alegría y esperanza son un poderoso mensaje que puede abrir mentes.

Lucas 11:33 dice, “Nadie pone en oculto la luz encendida, ni debajo del almud, sino en el candelero, para que los que entran vean la luz.” 

¡Vamos a brillar!