Perserverance

Esperando Bien

Esperar no es divertido. Incluso hacer fila puede irritarme y frustrarme más rápido de lo que me gustaría admitir. En este lado del cielo, todos estamos esperando cosas, grandes y pequeñas. Esperar bien es difícil.

En mi estudio bíblico para mujeres en Willowdale Chapel estamos estudiando las mujeres del Nuevo Testamento. La primera mujer que estudiamos fue Elisabet. Elisabet era estéril y, para decirlo mas directo, vieja. Estoy segura de que se había dado por vencida, pero probablemente todavía sentía vergüenza y desilusión. En aquella época, tener hijos era un símbolo de estatus y también era práctico: tenías a alguien que cuidaba de ti cuando envejecías. Pero, a pesar de ser "justos ante Dios, y de andar sin mancha en todos los mandamientos del Señor" (Lucas 1: 6), Elisabet y su marido, Zacarías, no tenían hijos. Finalmente, se produjo un milagro. Concibió y tuvo un hijo: Juan el Bautista. (Puede leer más sobre su historia en Lucas 1:5-25, 39-45, 57-66.)

Una de las preguntas del estudio animaba a reflexionar sobre un momento en el que no recibiste algo que anhelabas profundamente. Se me ocurrieron varios ejemplos, pero me gustaría compartir uno en particular.

Siempre me han apasionado las misiones y los viajes. Mi formación en trabajo social significaba que mi campo de misión era a menudo el mismo que mi trabajo como terapeuta, pero a menudo soñaba con hacer algo más. Hace años, a través de Willowdale Chapel, conocí International Justice Mission (IJM). Se trata de una organización cristiana que realiza una labor increíble en todo el mundo luchando contra la esclavitud moderna. Me encantó su misión e investigué cómo podría ser trabajar con ellos. Averigüé que tenían puestos de voluntariado para muchas especialidades, pero lo que más me interesó fue el puesto de asistencia posterior a la muerte, que, entre otras cosas, requería un máster en trabajo social. Encontrar trabajo de misión en el ámbito del trabajo social es sorprendentemente difícil, y me entusiasmó ver una oportunidad para algo que parecía hecho específicamente para mí.

Antes de presentar mi solicitud, decidí conocer mejor a IJM asistiendo a su Encuentro Mundial de Oración en Washington D.C. A pesar de que me intimidaba ir sola, tuve una experiencia reveladora. Los oradores, el culto, los grupos de oración, todo fue intenso, poderoso, triste y esperanzador. Durante la conferencia me sentí realmente atraída a solicitar el puesto de becaria. Pero a pesar de mi deseo, también sentí que Dios decía "no". Recuerdo haber llorado durante uno de los cultos, tan decepcionada y dolida. Sabía que Dios probablemente estaba tocando los hombros de las personas que no querían ir, y aquí estaba yo, lista y dispuesta y Él me estaba diciendo claramente que este no era el momento adecuado. Hice un poco de berrinche. Y me afligí. Pero al final fui obediente a lo que sentía que Dios me decía.

Avance rápido varios años. Había trabajado y sanado mucho. Había crecido y estaba mucho mejor física, emocional, mental y espiritualmente. Nuevamente busqué becas con IJM y ellos tenían las mismas oportunidades. Me entusiasmé al leer la descripción de lo que estaban buscando, sabiendo que yo tenía exactamente ese conjunto de habilidades y experiencia. Esta vez, mientras oraba al respecto, sentí que Dios me decía que siguiera adelante con el proceso. Fue angustioso y sin duda un paso de fe, pero las puertas empezaron a abrirse y hubo confirmación tras confirmación de que era allí donde Dios quería que estuviera. Terminé sirviendo con IJM durante un año y medio en el sur de Asia en su Departamento de Asistencia, ayudando con muchas cosas, pero específicamente elaborando un manual de formación para una terapia basada en el trauma en la que estoy certificada. Fue una oportunidad increíble y desafiante.

Así que, como Elisabet, este es un ejemplo de cuando esperar el tiempo de Dios dio el resultado deseado. Pero hay muchas cosas que todavía estamos esperando. Definitivamente hay deseos específicos que tengo que aún no se han hecho realidad y eso es difícil. Pero oro para que la historia de Elisabet y la mía te den esperanza y la perseverancia para esperar bien.

He aquí algunos versículos de aliento mientras esperamos:

Salmo 130: 5 – Espero al Señor, lo espero con toda el alma; en su palabra he puesto mi esperanza.

Lamentaciones 3: 25 – Bueno es el Señor con quienes esperan en él,

    con todos los que lo buscan.

Romanos 8:18 – De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse a nosotros.

Romanos 12:12 – Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el sufrimiento, perseveren en la oración.

Filipenses 1:6 – Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús.


ACERCA DE NUESTRA BLOGUERA

Danielle (Dani) Rupp creció en un pequeño pueblo de Ohio y es una verdadera fanática de los Buckeyes, aunque trata de no ser odiosa al respecto. En 2011 llegó a Pensilvania para obtener su Maestría en Trabajo Social. Después de la graduación Dani aceptó un puesto como terapeuta de salud mental para niños y adolescentes en Coatesville. También fue niñera durante varios años. Durante ese tiempo vivió en Kennett Square y asistió Willowdale Chapel. Regresó hace varios años del sur de Asia, donde aprendió a tolerar la comida picante y a cruzar las carreteras sin ser atropellada, además de ser voluntaria en la Misión Internacional de Justicia en su Departamento de Atención Posterior. En su tiempo libre, Dani disfruta de ir a viajes misioneros/viajes, correr, leer, y conectarse con sus seres queridos-preferiblemente con un café y un dulce.

ACERCA DE NUESTRA TRADUCTORA

Maritza Zavala Smith nació en Guanajuato, México, y se trasladó a los Estados Unidos cuando tenía siete años. Estudió Salud Pública en Penn State, donde conoció a su esposo. Llevan 8 años casados y tienen dos niños gemelos y una bebe. A Maritza le encanta viajar y bailar salsa. Cuando no está deleitándose con el té verde matcha con leche y estando al aire libre con sus seres queridos, puedes encontrarla aventurándose con su tribu a través de los libros.

Gracia, Compromiso

Pienso que todos tenemos temor a ser juzgadas, y especialmente cuando compartimos nuestra fe, tememos a no encontrar respuestas a las preguntas que nos puedan hacer y a perder amistades. Entonces, ¿cómo vencer ese miedo y compartir la Palabra?  ¿Cómo podemos llevar a otras a Cristo?

Quiero compartir mi respuesta a esta pregunta a través de mi propio camino en la fe.  En mi último blog, escribí sobre el poder de una invitación y lo que me trajo a Willowdale.  Otra invitación me llevó al estudio de la Biblia. Esas invitaciones me llevaron a la iglesia, pero eso no fue lo que me mantuvo aquí.

Cuando entré a la iglesia sola y asustada, me dieron la bienvenida. Cuando entré en mi primer grupo de estudio de la Biblia, me abrazaron con los brazos abiertos, me amaron y me cuidaron. Vi alegría. Vi amor. Vi esperanza. Y lo que necesitaba en ese momento oscuro de mi vida era sentir más de eso.  Por eso seguí adelante.  Leía los pasajes, respondía a las preguntas y participaba en el grupo cada semana porque un grupo de mujeres me colmaba de amor y aceptación.  ¿Qué hacía que estas mujeres fueran tan accesibles y amistosas? ¿Qué las hacía brillar?

Dios.  La fe.  Su amor excepcional.

Una de las cosas más asombrosas de formar parte de ese grupo fue que esas mujeres se preguntaban cómo ayudar a otras a encontrar la fe. Yo sonreía ante sus preguntas y preocupaciones. Quería que una de esas cursis flechas grandes y coloridas con lámparas brillantes apuntando directamente hacia mí, porque la razón por la que pude abrir mis brazos a Jesús fue porque ellas me abrieron los suyos. Era ESTA comunidad. Estaban respondiendo a su propia pregunta de cómo ayudar a otras a encontrar la fe. 

Romanos 13:8 nos recuerda que así es como debemos esforzarnos por ser: "Que no quede ninguna deuda pendiente, excepto la deuda continua de amarnos los unos a los otros, porque quien ama a los demás ha cumplido la ley".  Cuando abres tu corazón a Dios, se nota. El amor con el que Él nos abraza brilla a través de los demás. 

Entonces, ¿cómo puedo ayudar a compartir la Palabra de Dios y llevar a otras a Él?  Simplemente. Sé tu. Ser. Tu amor, alegría y esperanza son un poderoso mensaje que puede abrir mentes.

Lucas 11:33 dice, “Nadie pone en oculto la luz encendida, ni debajo del almud, sino en el candelero, para que los que entran vean la luz.” 

¡Vamos a brillar!