God who loves

Cuando Dios te mira, ve…

“Cuando Dios te mira, ve a Jesús.”

La primera vez que escuché esta frase siendo adolescente, probablemente durante un estudio bíblico o una lección del grupo de jóvenes, me resultó reconfortante. La idea es que Dios no ve nuestra pecaminosidad cuando nos mira, sino que solo la justicia de Cristo. Lo cual puede ser un consuelo, especialmente cuando pienso detenidamente en la profundidad de mi propio quebrantamiento.

Pero después de un tiempo, ya no me pareció tan reconfortante.

Cuanto más escuchaba esta frase, más me parecía que me estaban diciendo que la única manera de que Dios puede mirarme —mirarme de verdad— si es que me escondo detrás de un póster de Jonathan Roumie, que es el personaje que hace de Jesús en la serie “Los Elegidos”. Como una niña pequeña a la que le dicen que su padre solo puede amarla —solo puede verla— si se ve y actúa exactamente como su hermano mayor, perfecto, sobresaliente y bien educado.

En el fondo, empecé a preguntarme:

¿Está mal querer que Dios también me vea?

¿Yo la que tiene tres tatuajes, una cicatriz donde antes estaba mi piercing en la nariz y una mancha de acné con forma de estrella en la comisura de la barbilla?

¿Yo la que llora más con las películas infantiles de dibujos animados que con cualquier otro tipo de películas?

¿Yo la que a veces escucha el mismo CD en el coche una y otra vez mientras conduzco?

¿Yo la que me tiraba sola en el suelo de mi habitación durante horas, inventando historias para mis juguetes de la Cajita Feliz de McDonald's?

¿Yo la que suelta los insectos en lugar de aplastarlos porque no me gusta la sensación de muerte bajo las yemas de los dedos, por muy pequeña que sea?

¿Yo la que hacía esos saltos un tanto extraños, energéticos y exagerados (que mis padres llamaban cariñosamente "brincar") cuando mi imaginación de niña trabajaba a todo dar?

(He aprendido a no hacerlo en público de adulta, pero de vez en cuando todavía se me escapa).

¿Yo la que lucha por encontrar su voz en un grupo de personas?, ¿La que se sintió invisible durante la mayor parte de la preparatoria y la universidad, y a veces todavía de adulta? ¿La que saltaba constantemente frente a la cámara de niña porque lo único que quería era asegurarme de que mis padres vieran lo que hacía y que lo consideraran bueno?

¿Por qué un Dios con el poder de crear todo lo que quisiera se molestaría en crear a Kati Lynn Davis (ahora con apellido Tena), si ni siquiera quería verla? Si Él solo quería un millón de pequeños clones de Jesús, ¿no podría haberlos creado?

¿Por qué querría una relación con un padre que se pasaba el tiempo deseando que yo fuera otra persona?

Esto me molestó tanto que un día finalmente se lo comenté a otra mujer cristiana. Y la forma en que me lo explicó lo cambió todo.

Dios sí te ve, Kati. Pero gracias a Jesús, la persona que Él ve ahora es la versión restaurada de ti.

En lo que tú siempre debiste ser.

En lo que tú volverás a ser algún día, cuando todo sea renovado.

Dios ve todas las partes de mí que mencioné antes —la creativa, la sensible, la imaginativa, la sentimental, la tímida, incluso la rara— y ama todas mis versiones, porque Él las creó. Sabía exactamente quién sería incluso antes de que mis padres eligieran mi particular nombre (y a menudo mal escrito).

Lo que Él no ve, por causa de Jesús, son las partes que yo no quiero que nadie vea.

Las partes egoístas. Las partes perezosas. Las partes celosas. Las partes que se enojan fácilmente. Las partes ingratas. Las partes hirientes.

Esas son las partes que Jesús llevó consigo a la cruz. Esas son las partes que llevó con él a la tumba. Esas son las partes que dejó atrás cuando resucitó, sabiendo que un día, cuando su Padre mirara a otra de sus amadas hijas, solo vería la versión restaurada de ella.

La que ha sanado.

La que está completa.

La que es suya.

Y eso es lo que Él ve cuando te mira a ti también.

Versículos adicionales, de cómo Dios nos ve en el caso de que necesites que te lo recuerden como a mí:

Cuando Agar, la sierva de Abraham, experimentó por primera vez la presencia y la compasión del Señor en el desierto, lo llamó «El Dios que me ve» (Génesis 16, énfasis mío).

El rey David nos dice en el Salmo 139 que Dios ve nuestros cuerpos aún en formación mientras estamos en el vientre de nuestra madre, y que no solo conoce todos nuestros pensamientos, sino que además sus pensamientos sobre nosotros son incontables y preciosos.

David también escribe en el Salmo 8 que Dios piensa en nosotros, nos cuida y nos corona de gloria y honor.

En Génesis 1, Dios mira todo lo que ha creado, incluyendo a los humanos, y lo consideró muy bueno.

ACERCA DE NUESTRA BLOGUERA

Kati Lynn Tena creció en el condado de Chester y se graduó de la escuela secundaria Oxford Area High School. Después de obtener su licenciatura en escritura en la Universidad de Pittsburgh, regresó a la zona y consiguió un trabajo en una biblioteca local. Siete años después, un hombre entró en la biblioteca buscando DVDs y le hizo un cumplido a uno de sus tatuajes. En abril de 2025, Kati se casó con este hombre, y actualmente ambos están viviendo la historia de amor que Dios escribió para ellos en una adorable casita en la misma calle donde ella creció. Kati trabaja actualmente a tiempo parcial en marketing para un centro juvenil local, y pasa el resto de su tiempo disfrutando con su esposo y amigos, trabajando en sus propios proyectos de escritura y arte, y mejorando lentamente su español.

ACERCA DE NUESTRA TRADUCTORA

Andrea Aballay es de profesión Ingeniera Agrónomo y máster en Ciencia, aunque en los últimos años Dios le ha entregado nuevos dones en el arte de la decoración y manualidades. Ella es muy detallista y comprometida en todas las labores que se le encomiendan. Nació en Santiago de Chile, y tuvo una oportunidad laboral aquí en USA, por lo cual llegó a este país a finales de 2009. Ella está casada con Jorge, tienen dos adorables niños y viven en Delaware. Aunque Andrea y Jorge en Chile estudiaron en la misma universidad, misma carrera y tienen múltiples amigos en común, se conocieron aquí en Estados Unidos (ese fue el plan de Dios). Ambos sirven en el ministerio de niños y en distintos ministerios en el servicio en español. A Andrea le gusta la comida saludable, hacer ejercicios, además le encanta viajar a lugares nuevos, reunirse con sus amigos y conversar con otros, especialmente lo que Dios ha hecho en sus vidas.