Desde la ventana de mi cocina se extiende un hermoso prado y una laguna. Es bastante apacible contemplarlo, pero rara vez está en silencio. Los gansos vuelan de un lado a otro, graznando con fuerza. Las aves depredadoras son acosadas por pájaros más pequeños que chillan. Mientras escribo, un gallo canta a lo lejos. Las tórtolas arrullan suavemente y los pájaros cantores trinan, silban y pian.
Al escuchar a los pájaros cantores, imagino maneras de escribir su lenguaje. Oigo, "Twitter, twitter, twitter, TWEET" o "Chello, chello". Mi madre me enseñó el canto de los pájaros cuando alimentaba a nuestros pájaros. Cantaba, "Chick-a-dee, dee, dee, chick-a-dee, dee, dee". De niña, adoraba el cuento de Hans Christian Andersen, "El ruiseñor", sobre un pájaro sencillo que cantaba más hermoso que cualquier otro. Al investigar el canto de los pájaros, he descubierto canciones que me resultan familiares, traducidas a frases mnemotécnicas como, "Piiira, piiira", un canto lento, o "Babo babo, sii", y una de mis favoritas, "Sip-your-teeee". Uno puede imaginar los cantos alegres y agudos en comparación con los cantos de alarma que emplean los pájaros.
Las aves poseen asombrosas capacidades vocales. Tienen laringe. Pero sus cajas vocales son dos siringes que les permiten vocalizar tanto al inhalar como al exhalar. Los pájaros cantores aprenden sus cantos. Algunas especies poseen un repertorio de docenas de ellos. La potencia de sus voces es enorme considerando el tamaño de sus cuerpos. Si bien los científicos creen que sus cantos les sirven para reclamar su territorio o buscar pareja, aún hay mucho misterio. Un detalle importante que no se comprende es por qué cantan más justo antes del amanecer.
Sea lo que sea que comuniquen los pájaros, para mí siempre cantan ALEGRÍA. Parece claro que cumplen el último verso de los Salmos: «Que todo lo que respira cante alabanzas al Señor».
Escuchar el canto de los pájaros todo el día me impulsa a reflexionar sobre cómo uso mi voz. Esto también surgió de un estudio bíblico reciente del Salmo 103. Nuestro estudio nos pidió a los del grupo memorizar el salmo. El Salmo 103 comienza y termina con llamados a la alabanza de Dios. Varios sentimos que al alabar a Dios experimentamos mayor paz. Me sentí libre de cantar las palabras del salmo mientras conducía haciendo quehaceres. Aprender los versículos fue alentador, porque centrarme en la verdad de la fidelidad, el perdón, el amor y la compasión de Dios, que son la esencia del capítulo, me ayudó a confiar más profundamente en Él. Muchos días empezaba y terminaba el día recitando los versículos.
En contraste, estas últimas semanas me ha costado controlar la lengua. Mientras preparaba algunas lecciones para un estudio bíblico del libro de Santiago, me llamó la atención el poder negativo de la lengua. Santiago la describe como fuego, malvada, indomable y venenosa. Desde que trabajé en esas lecciones, he estado luchando contra el impulso de chismear. Ha sido una guerra en la que he tenido que endurecerme para no compartir “los chismes recientes”. Tristemente, veo que mi inclinación es difundir algún chisme en lugar de actuar con compasión y callar.
Hace poco resistí la tentación de escribirles a mis hijas la noticia de que nuestro cisne amenazaba a los gansos de la laguna. Pensé: "¿Para qué contarles esa frustración?". Sin embargo, he tenido que analizar mis tendencias negativas en conversaciones. ¿Con qué frecuencia me quejo o, en mi caso, cuento una anécdota tierna sobre las debilidades de algún familiar? ¿Me quejo a menudo de los males de este mundo o desahogo mi angustia sobre alguna persona o situación? ¿Me arrepiento de hablar demasiado sin escuchar bien? ¿Es mi casa un lugar donde rara vez se oye una palabra desalentadora?
Volviendo al ejemplo de los pájaros cantores para reeducarme. Al comenzar el día, puedo adoptar la costumbre de alabar a Dios por quién es, temprano y con frecuencia a lo largo del día, como acto de adoración y obediencia. La gratitud por todos sus dones surge naturalmente de la alabanza. Finalmente, le pido que transforme mi voz y mi vida en un canto de bendición para los demás.
Elevo mi voz en alabanzas de satisfacción tomadas del Salmo 104:
Bendice, alma mía, al Señor!. ¡Señor, Dios mío, qué !grande eres! Te has vestido de gloria y de esplendor,… Tú eres el que vierte los manantiales en los arroyos,... Junto a ellos habitan las aves del cielo; y trinan entre las ramas. Tu das de beber a las montañas desde tus altas moradas; del fruto de tus obras se sacia la tierra.
Y ofrezco esta oración por la redención de mis conversaciones, para que siempre estén tejidas con compasión y gracia, del Salmo 19:14 NTV
“Que mis palabras de mi boca y la meditación de mi corazón sean de tu agrado, oh Señor, mi Roca y mi Redentor.”
ACERCA DE NUESTRA BLOGUERA
Linnea Tideman siempre ha disfrutado compartiendo historias. Su infancia en New Hampshire y su herencia sueca le han proporcionado una gran cantidad de experiencias, pero también la base de su fe. Le gustan los proyectos creativos, los viajes, los libros, la costura, la jardinería, pero sobre todo la hospitalidad, a menudo organiza elegantes tés y ocasionalmente algo grandioso como recrear la cena en el Titanic. Sirve en los ministerios de UrbanPromise y Good Neighbors. Linnea vive en Landenberg con su esposo Dave. Tienen tres hijas mayores. Ella espera que sus escritos reflejen cómo Dios continúa revelándose a nosotros como nuestro pastor y Salvador.
ACERCA DE NUESTRA TRADUCTORA
Ana León nació en México y emigró a los Estados Unidos a los 9 años. Vivía en Kennett Square, Pennsylvania, pero su familia se mudó a Wilmington, Delaware, donde Ana conoció a su novio de la secundaria con quien ha estado casada por más de 13 años. Son padres de dos niños, uno de 14 años y otro de 11 años. Ana ha traducido e interpretado profesionalmente por más de 13 años. Comenzó a asistir a Willowdale En Español en el 2018 y sirvió como una de las intérpretes del servicio durante un año. Actualmente es parte del personal de Willowdale como la Coordinadora de los Programas del Ministerio de Niños. En su tiempo libre le gusta ir a la playa, pintar, leer, y escribir.