A veces (demasiadas veces), el 28 de diciembre, me descubro sintiéndome como una niña. No como una niña el 25 de diciembre. Ni siquiera como una niña uno o dos días después de Navidad. Una niña, el 28 de diciembre. Cuando el nuevo PlayStation está un poco menos brillante. Cuando la muñeca Barbie tiene un enredo en el cabello.
